Sabes hay días que no son días, y que
pasan como agua en balde, hay días que son desperdicios, que son desastres
garrafales, y que no deberían ser catalogados como días, ya sabes, como por
ejemplo los jodidos lunes o los domingos dramáticos. Pero sobre todo esos días
en los que no sabes cómo salir del agujero. Esos días en los que ni una ráfaga
de aire puro te salva, cuando el resto de cosas te agobian.
Días en los que no somos personas, sino más bien zoombies dirigidos por la monotonía y la rutina. Simplemente hay días que uno deja de ser para que otros puedan ser.
Y aun que suene triste, es la pura y cruda realidad.
A veces, tenemos que bajar cien revoluciones para darnos cuenta de dónde estamos, de que deseamos realmente, pero sobre todo, hacía dónde queremos dirigirnos,
y dejarnos ser.
Días en los que no somos personas, sino más bien zoombies dirigidos por la monotonía y la rutina. Simplemente hay días que uno deja de ser para que otros puedan ser.
Y aun que suene triste, es la pura y cruda realidad.
A veces, tenemos que bajar cien revoluciones para darnos cuenta de dónde estamos, de que deseamos realmente, pero sobre todo, hacía dónde queremos dirigirnos,
y dejarnos ser.
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