Es difícil cuidar lo que se quiere, somos tan frágiles que
cualquier cosa podría rompernos en mil pedazos al instante. Hace tiempo que
adoptamos esa absurda manía de correr, de huir de lo que nos hace felices por
miedo a no ser lo suficiente buenos para merecerlo, y es que no hay peor enfermedad que
luchar contra uno mismo, enfrentarte a tu propio orgullo y dejar ser.
Somos como un lienzo repleto de mil tachadas, arrugado y desgastado.
Somos la ultima bocanada de aire antes de volver a coger impulso, el suspiro de quién falta, el viento que golpea nuestra propia cara, lluvia entre legañas. Somos lo que las circunstancias nos hacen y lo que el corazón decide olvidar. Ese recuerdo profundo en la herida, la espina más dulce de una rosa.
Somos como quién alguien dijo, tan solo polvo de estrella.