lunes, 21 de diciembre de 2015

A veces nos olvidamos de quién somos,
de porqué estamos dónde estamos, y
sobre todo,
que fue lo que nos condujo hasta
aquí.
Nos olvidamos de esa pequeña sonrisa traviesa,
de ese beso tan insignificante y a la vez tan
grande.
De la inocencia, del niño que llevamos dentro.
Los problemas nos atrapan,
nos enredan cual red de pesca,
y nos envuelven.
Se difumina la luz,
desaparece la puerta,
y el peso de los parpados es mayor
a la capacidad de superación.
Nos esconden cuatro muros de papel
cual fortaleza de castillo,
inalcanzable, impenetrable.
A veces no somos, para que otros puedan ser.





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