Paraba balas por ti, y al final eras tú quien
estaba detrás del gatillo.
Aposté por ti de manera incondicional y sin medidas, con
los ojos cerrados y la conciencia tranquila, aposté de nuevo a un número y deje
que marcaras en mi una nueva fecha, creí tus palabras y me deje llevar por tu
sonrisa, seguí tus pasos cual ciego a su perro guía, y sin temor alguno te
brinde confianza, amor y cariño en exceso, a cambio una vez sentí un roce y de
repente un dolor extremo, sentí una lágrima caer por mi mejilla, sentí mi
mirada clavándose en tus ojos, sentí una bala partiéndome en dos, y te vi, te
vi apuntar tras el gatillo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario